Día 105
Para D:
Cuando llegaste a mí, nunca supe cómo tratarte. Vivir contigo es una agonía,
la gente piensa que estas bien y que siempre estas sonriendo, sin embargo debajo de ese traje de mujer
perfecta hay una persona que está en un gran debate: Morir o vivir.
El cabello se me cae, mis brazos están cubiertos por grandes telas que cubren las marcas que deje en mi piel,
mis pies llenos de sangre porque odiaba caminar, mi estómago lleno de úlceras por no comer, un corazón a
punto de dejar de latir, ojos secos de tanto llorar, boca rota de tantos golpes que te das, manos destrozadas
por romper a nuestro mayor enemigo (espejo).
Todos me miran y juzgan, nadie pregunta del por qué de mi actitud; eres tan extraña en el mundo que nadie sabe de tu existencia aunque estés en su cuerpo destruyendolos en silencio.
Rogaba por no despertar, suplicaba para que el sufrimiento pare, deseaba callar los ruidos en mi cabeza, quería escapar según yo de los que me rodean, pero la realidad es que quieria escapar de mi ser, buscaba luz pero me
daba cuenta que todo el mundo se nublo, pedía comprensión y no sabía para qué, ¿falta de amor?...puede ser,
no de papás sino de mí; la gente me dice que el tiempo cura todo y la realidad es que la esta cagando, la vida
pasa y todo cambia, que raro en mi todo sigue igual.
“Que conviva con los demás”, “solita te provocas la enfermedad” ,“LOCA eso es lo que eres”,
“ EXAGERADA”, “ COBARDE”. Dice mi familia. Si tan solo supieran que estoy tratando de lidiar
conmigo misma, ya llorar se fue a segundo plano, cortarme es un martirio… me sentía culpable y luego tan responsable de los demás, que lo volvía hacer, los doctores ya no saben que medicina darme, ya se dieron por vencidos. Ahora solo les queda drogarme para que no cometa ningún atentado suicida.
La mala gente.
La demente.
La satanica.
La enferma.
El fenómeno.
La supuesta madura.
La monja.
La santa.
Esos nombres los llegue a tener, así es como me conocían los demás;
me consideraban como una leprosa que no dejaban que los niños se me acercaran.
-¡CUIDADO Y LOS CONTAGIES!
La luz tocando mi cara...ya no era una bendición, sino una maldición. El Dios del que tanto me hablaban se burlaba de mí todos los días, le gustaba ver como me destruyen los monstruos de la monotonía.
Varios fantasmas vinieron a visitarme, ya ninguno me daba miedo, les pedía que me lleven con ellos; aquel día de infierno mato mi alma y se la llevó corriendo; como un ladrón que teme ser arrestado. Ya no recuerdo cómo comunicarme con las personas, ahora solo sé como hablar con la soledad de mi habitación;
mis ojos perdieron su brillo y cada día bajo un kilo, pareciera satisfactorio pero es estresante, porque quisiera ver en esa báscula 0kg, para entender que ya no soy la misma de antes.
Una puta máscara que se cae cada día en mil pedazos, se aparece en mi rostro cada que salgo a caminar, necesito sonreír para que la gente vea que soy FELIZ. ¡Maldita palabra que tengo que fingir! No puedo ser
yo, se asustarían del gran monstruo que soy.
La dosis ya no es la correcta, me tomo una, otra y otra… Hasta que la luz del día se va y despierto en una sala de hospital, llena de instrumentos que limpian mi estómago, solo allí me doy cuenta que mi plan no funcionó.
Ya no queda esperanza.
Ya todo se acabó.
Solo me queda esperar a que la muerte se apiade de mi dolor.
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