Día 173

Maquillaste con colores un mundo completamente gris,
convenciendome de que viva allí para que ambas nos hundamos en el dolor,
fuiste como aquel lobo que alimenta a su oveja para luego clavarle el cuchillo y matarla lentamente.

Envidiabas mi vida pensando que era perfecta, lo que no sabías era que en ella había monstruos que me consumían con fuerza, despedazando mi cuerpo sin que los demás se dieran cuenta.

Creaste un castillo de cristal lleno de destrozos que en el momento que la verdad se destapó 
todo lo soñado se destruyó en un segundo, siempre me cubriste los ojos 
para que jamás viera mi realidad, ahora entiendo porque mi alma ardía con cada golpe de 
palabra que me dabas; hoy entiendo que era porque vivía en un infierno.

Desde que estaba en tu vientre deseabas no tenerme, aunque lo sentía, mi corazón soñaba que 
con su amor iba a cambiar ese dolor que había en tu interior, lamentablemente como tu decias: 
siempre fui el verdugo de tu vida. Por eso nunca logré hacer que me amaras.

Las drogas que ingeniería para que fuera como tu quisieras nunca me ayudó a que me amaras, 
tan solo provocó que tengas más armas para clavarlas en mi espalda; me odiaste sin haberte 
dado un motivo.

Me acusaste de puta, sabiendo que era tu hija… la verdad nunca me importo, solo queria que me aceptaras en tu corazón; ahora me doy cuenta que luche contra la marea de tus sentimientos y pensamientos.

No te juzgo, ni te odio, porque con esto me enseñaste a salir de este maldito pozo al cual nadie 
me va a volver a mandar. 

Espero que pronto busques ayuda y que sepas que nadie debe calmar guerras que jamás las 
causó.

Hasta pronto nacise.

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